martes, 3 de enero de 2017

Simón Vélez Jaramillo “El arquitecto que convirtió la guadua en bellas obras de arte para admiración de la humanidad”.





Simón Vélez Jaramillo
 “El arquitecto que convirtió la guadua en bellas obras de arte para admiración de la humanidad”.

Por: Luis Fernando Orozco Gutiérrez
 luisfrozcog@outlook.com
Este arquitecto manizaleño, conocido internacionalmente como el “Rey de la guadua”, ha diseñado construcciones en guadua en Alemania, Francia, Estados Unidos, Brasil, México, China, Jamaica, Colombia, Panamá, Ecuador e India. En el año 2006, recibió un premio honorario de análisis y planeación de la Sociedad Americana de Arquitectos del Paisaje, y en Holanda obtuvo el Gran Premio Príncipe Claus 2009, por su innovadora y estética forma de construir con bambú. El Pabellón Zeri del Recinto del Pensamiento, el edificio de laCorporación Autónoma de Risaralda y la Torre del Parque del Café son símbolos en el Eje Cafetero e íconos del trabajo del caldense del año 2013. “Su trayectoria, además del reconocimiento nacional e internacional, ha permitido que un profesional de la región esté en el escenario científico y arquitectónico del mundo, con su destacado trabajo con la guadua”.

La guadua llevó a Simón Vélez Jaramillo a ser reconocido en Colombia y el mundo, tanto, que sus diseños y aportes le merecieron convertirse en el Caldense del Año 2013.
Fue seleccionado entre 21 inscritos a este galardón que entrega La Patria. La postulación que hizo Harry Van Den Enden convenció a la periodista Mariela Márquez, al sacerdote Horacio Gómez, y al gerente de la Fundación Lúker, Pablo Jaramillo, jurados. Van Den Enden destaca el trabajo ingenioso y práctico a través de desarrollos logrados con la guadua, llamada por el nuevo caldense, el acero vegetal.
“Hace como 30 años trabajaba con madera normal, y un cliente me obligó construirle una estructura en guadua para sus caballos. Si no es por él, no lo hubiera descubierto. Vi que si inyectaba cemento en los caños vacíos eso me permitía hacer uniones, eso para mí fue una revolución que cambió totalmente mi oficio de arquitecto. El prestigio que tengo se lo debo principalmente a la guadua. No tiene reversa. Donde hoy hay café, antiguamente o siempre ha habido guadua, es nativa de ese sitio, pero el café la desplazó. Con la guadua se pueden hacer negocios más interesantes que con el café. Lo más importante que estoy haciendo ahora es esa industria de la guadua.

Recinto-del-Pensamiento
En el 2000 hice un pabellón para Expo Hannover, esa fue mi primera manifestación internacional; hay un prototipo en Manizales, es el Pabellón Zeri. Después hice una exposición muy grande en el Zócalo de México para un artista canadiense, una escultura de cinco mil metros cuadrados, llevé 100 obreros colombianos y era todo guadua colombiana. En el 2010 realicé un pabellón de la India en Expo Shanghái, en la China, ese ya se tumbó, hice una réplica en Bogotá en el antiguo hipódromo de techo.
Hago casas y casas, pero ahora lo que más me interesa hacer es viviendas de interés social utilizando esterilla prensada de guadua. Hace como 15 años hice un proyecto en Girardot y me dejó con mucha curiosidad seguir trabajando ese tema. Con su paisano Marcelo Villegas desde hace unos 40 años han realizado varios proyectos juntos, como el Pabellón Zeri, hace tres y medio se asociaron para crear una planta de tableros de esterilla de guadua, cerca de Chinchiná”.

Corporación Autónoma de Risaralda
Simón es obsesivo con su trabajo, le dedica las 24 horas a la arquitectura, la siente y la vive.
Resalta sus proyectos, sobre todo en el que están asociados, porque están ligados a la madera y creen que es un producto exitoso, innovador y que cumple con las normas ambientales para conservar el planeta.
La ciudad de Bogotá en el año 2010 le otorgo la Orden Civil al Mérito “Ciudad de Bogotá”, en el grado de gran oficial al arquitecto Roberto Simón Vélez Jaramillo.
ARTÍCULO 1°. Otorgase la Orden Civil al Mérito “Ciudad de Bogotá”, en el grado de Gran Oficial al arquitecto Roberto Simón Vélez Jaramillo, por su excelente desempeño profesional y su compromiso con el arte, el diseño y la construcción.
Nació en Manizales en 1949. Arquitecto de la Universidad de los Andes, en Bogotá. Ha dedicado la mayor parte de su vida a trabajar con guadua y su trabajo es reconocido en el mundo. Gracias a él se frenó un proyecto que pretendía excluir este material del código de construcción colombiano. Redactó la normativa que regula su uso.

Torre del Parque del Café
“Yo no soy ecologista, el planeta no se va a acabar mañana, y el cambio climático no es culpa del hombre. Eso es un cuento de charlatanes. Los dinosaurios se acabaron y no fue el hombre. El planeta es un elemento vivo, el daño que hace el hombre no lo hace al planeta sino a sí mismo”.
Así piensa Simón Vélez Jaramillo, el arquitecto manizalita que aunque no ha sido profeta en su tierra, tiene un nombre ganado en el ámbito internacional, donde se le reconoce y ha sido premiado por su invaluable aporte a la arquitectura sostenible, como lo confirman sus obras en China, Alemania, México, Brasil, Panamá, Francia, Italia, India y, por supuesto, Colombia.
Lleva más de 40 años trabajando con guadua, conocida como el acero vegetal, realizando viviendas, edificios, estructuras y puentes, estos últimos los que más le gusta hacer. Viaja de un lado a otro, inaugurando obras y exposiciones y dictando talleres y conferencias. Pero ahora quiere darle un vuelco a su vida.
“Ahora me quiero dedicar al tema de vivienda de interés social, pero a mi manera. Quiero demostrar que se pueden hacer viviendas buenas, bonitas y baratas. Estoy empeñado en eso”, precisa.
Explica entonces que son estructuras mixtas de guadua laminada, -“son el futuro de la guadua”-, con concreto y acero, “una combinación de todas las fuerzas de lucha, como dirían los comunistas”, anota el arquitecto.
Simón no se cansa de promover entre la gente que la arquitectura tiene que ser un poco más vegetariana, “porque se ha vuelto demasiado concretera, mineralista, y eso es un abuso innecesario. Es como ser cocinero. Cuando uno cocina no puede ser solo cocinero de espárragos o de arroz, hay que combinar proteína animal y vegetal, y harinas. En la arquitectura es lo mismo: hay que tener ingredientes minerales como el concreto y el acero, y vegetales como las maderas o la guadua”.
Señala que no tiene nada en contra del concreto, pero que hace falta un mayor equilibrio. “Nos falta integrar la agricultura con la industria de la construcción, un renglón también muy importante en la economía”.

Según explica el ingeniero José Oscar Jaramillo, de la Universidad Nacional, sede Manizales, la guadua es una de las 500 especies conocidas de las Bambuseas, que crecen en todos los continentes, excepto en Europa. El 90 por ciento de ellas se encuentran en Asia y América.
El género americano guadua comprende cerca de 20 especies. En Colombia existen las especies guadua angustifolia y guadua latifolia. De la primera, que es la de más usos, se conocen en el Antiguo Caldas las variedades: guadua macana, guadua cebolla y guadua rayada. La guadua macana es la más empleada en la construcción.
Simón Vélez creó su propio sistema para unir los palos de guadua sin necesidad de elementos artificiales. Esto hace que sus obras sean menos costosas, no produzcan desechos tóxicos y conserven las propiedades naturales. Además, afirma de manera enfática que no es cierto que sea una especie en vía de extinción y que, al contrario, se debe fomentar su siembra.
“El éxito de Simón se debe a su abuelo Roberto Vélez, constructor y fundador de los barrios Versalles y Vélez, y a su padre Roberto Vélez Sáenz, arquitecto, que lo orientó muy bien”.
La infancia de Simón y Marcelo, junto a la única hermana mujer Gloria Lucia, transcurrió en fincas en La Dorada (Caldas), Valle del Cauca y la costa norte. Doña Gloria Jaramillo, su mamá, quien vive en Manizales en una casa quinta construida por su esposo hace 63 años, ha llevado con fortaleza las “locuras” de su hijo Simón, que sus familiares definen como padre disperso, pero magnífico abuelo.
Hace siete años, en su inmensa propiedad del barrio La Candelaria, construyó casas para que sus hijos se fueran a vivir a estos predios. Este céntrico barrio bogotano ha sido la preferencia de Simón por el ambiente colonial, no por lo bohemio, pues es parco para tomar licor.
Visita Manizales cada dos o tres meses para revisar negocios y saludar a su mamá, “siempre con la pinta desgualetada. Podría estar entre los más mal vestidos; no le rinde pleitesía a nada ni a nadie”.
En cuarto de bachillerato, en el Colegio San Luis, lo echaron por su rebeldía. “Pasó al Gemelli, pero su estancia fue tormentosa porque denunció a unos curas por libertinos. Con la ayuda del arzobispo logró que lo volvieran a recibir en el San Luis para terminar el bachillerato”.
Se fue a estudiar a la Universidad de los Andes, fue el mejor en diseño, gran dibujante; pero la institución no lo quería graduar porque no quiso cursar dos materias que consideraba irrelevantes.
Años después la Universidad lo llamó para que se graduara. “Simón es intuitivo, buen calculista con la cabeza no con un computador”.
Como vivíamos en el mismo Barrio: Campohermoso, de Manizales, tuvimos la oportunidad de iniciar una buena amistad por los años 60 del siglo pasado, amistad que aún perdura, siendo muy distantes los encuentros. Recuerdo que en las continuas tertulias de que gozábamos, no le faltaba un papel y un lápiz para dibujar extrañas y bellas figuras. La Arquitectura era su destino, pero la guadua se inició en circunstancias bien diferentes como el mismo lo narra.
Cuando estudiaba en los Andes, en sus distintas vacaciones realizábamos en su casa de Campohermoso, diseñada por su padre, arquitecto de la Universidad Católica de Washington, las más sofisticadas fiestas, bien extrañas para la época.
Tenía una característica y era su rebeldía, desde aquellos años, ya se podía sospechar que estábamos en compañía de un genio. Alguna vez ocupó mi oficina de ingeniería en Cali, para coordinar la construcción de un hotel en madera para los franceses que realizaba en Bahía Solano.
Estamos en presencia de un artista, que ojala nos dure por mucho tiempo, y su capacidad de crear se vuelva inagotable, recuerdo que alguna vez tuvo una sensible polémica con otro gran arquitecto, Rogelio Salmona, era una polémica entre inmenso mundo de la arquitectura, para fortuna los dos colombianos.

Le he hecho una petición a Simón y es el diseño de una de sus estructuras en guadua o madera, para situar en el Parque Observatorio de Calandaima, en Miranda, y que sirva de recordatorio si por fin nos llegan los tiempos de Paz. Esta petición se la he enviado a su correo

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