martes, 24 de enero de 2017

OTTO SALAZAR MOSQUERA







OTTO SALAZAR MOSQUERA

Por Luis Fernando Orozco Gutiérrez






Concluyó su periplo vital este raizal mirandeño Don Otto Salazar M., nacido a las orillas del río Desbaratado, en El Tamboral. Desde niño germinó en su alma, el amor innegociable por su amado terruño, amor que lo acompañó la mayoría de sus años, cuando terminó como vigilante insomne del parque principal y de su pila de agua, que la vio como cambió su uso de fuente del precioso líquido para el servicio de su pueblo, en los años 30 del siglo XX, hasta que para honrarle su ayuda concluyó de adorno del mismo.

Su vida de negociante, conductor de bus, donde tuvo la oportunidad casi todos los años de viajar acompañando a los estudiantes de la facultad de arquitectura de la Universidad del Valle en sus viajes de investigación, de agente viajero, actividad que le hizo conocer el país y amar sobre todo al sur y Pasto, ciudad que lo enamoró.
En el amanecer de su edad madura, fundó con su tío Delfín, la fábrica de Vinos y Mistelas “Del Finox”, empresa que honró a Miranda y la hizo conocer por todos los rincones del mundo, por la exquisitez del sabor de sus bebidas espirituosas.


Nadie podía visitar a Miranda, sin irse sin probar una mistela de mora o maracuyá o un vino añejado en toneles que quiso como a la mujer amada, sabor que volvía a la gente adicta a regresar a Miranda, allí radicaba el secreto del licor.
Durante casi treinta años manejó la empresa de vinos y mistelas, actividad que adornó con un acendrado civismo por el progreso de su Miranda, fue así que contribuyó a fundar “La Tertulia de Miranda”, de la cual fue socio indispensable y cansón en el sentido que se va para la eternidad sin haber logrado que tuviera la personería jurídica, el sueño que no pudo materializar.





Una condición acompañó su vida: quien tuviera diferencias o no compartiera su estilo, lo declaraba “espíritu maligno”, sanción que era muy difícil de ser levantada, muchos Mirandeños deben lucir ser espíritus malignos. Paz en la tumba de este mirandeño incondicional.

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