miércoles, 4 de enero de 2017

EL CARACOL ROJO


EL CARACOL ROJO






EL CARACOL ROJO
Por: Luis Fernando Orozco Gutierrez



CAPITULO I
LOS CAFES                    



historia de la catedral de manizales


Situado en la principal vía de la ciudad de las “Puertas abiertas”, en un local de un bello edificio estilo republicano, fruto  de las construcciones que se llenaron en Manizales después de los pavorosos incendios que sufrió la ciudad en la década de los veinte, años 25 y 27 en que destruyo su principal edificio religioso la “catedral”, esto en el  siglo XX y sobre la carrera 23, allí estaba ubicado este “café”, que además del tradicional “tinto ”vendía todo tipo de trago incluyendo los espiritosos que nos alegraban la  vida sobre todo los finales de semana, cuando los estipendios alcanzaban pues la época de estudiante estaba alentada además por severas dificultades económicas.

Por esos años cursábamos estudios universitarios  en la Facultad  de ingeniería civil de la Universidad Nacional, aun cuando el edificio de la universidad era distante del centro de la ciudad, este, era habitualmente visitado por los estudiantes, ya que la carrera 23 era lugar indicado de encuentro además de  sitio obligado para el paso de las féminas del lugar principalmente los fines de semanas, lo que hacía que el encanto del lugar aumentara considerablemente, el lugar además tenía una ubicación especial en la ciudad, distaba a escasos 100 metros de las residencias universitarias de las Nacional, por lo que el paso era obligatorio para la “lora”, pequeño y viejo bus en que nos transportábamos para la U ,y que recogía a los estudiantes que vivían en las residencias universitarias, el “café” estaba también ubicado a escasos metros de la nueva catedral que los manizaleños construyeron para reemplazar el desaparecido templo y como testimonio, a la inmensa fe religiosa de los habitantes del lugar.



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Podíamos decir que el Caracol rojo era el epicentro de la ciudad, para recurrir a un término de gran utilidad en la ciencia de la ingeniería y porque la Plaza de Bolívar quedaba a una  cuadra del mencionado café, con lo que queda expresado todo, respecto al lugar, pero falta algo a una cuadra de la “Suiza”, elegante Salón de Té y pastelería, famoso por las “milhojas” y los “acordeones” exquisitos pasteles que su dueño, un suizo había traído la fórmula del viejo continente. El sitio era lugar habitual de las mujeres hermosas del lugar.

Por esos años conocí una linda niña, Luz Marina Arango, vivía en la avenida “Paralela”, había llegado su familia a vivir a Manizales procedente de Medellín, su padre era un Bancario importante, un sábado me prepare, no obstante la timidez que me ha acompañado en la vida, porque sabía que ella debía venir a darse un “ventitrezaso” , recuerdo que la vi cerca de la “Suiza”, como he dicho elegante salón de té y pastelería, punto obligatorio de la muchachada de la época para sus encuentros, la acompañaba su amiga de colegio Aida Camila Ospina, me “arrime” y las invite a unas “milhojas”, al entrar, el lugar estaba repleto por ser fin de semana, la edificación era una vieja casona construida después del incendio del 27 de madera, por lo que el piso temblaba mucho, con gran dificultad ubicamos una única mesa en la parte trasera y después de realizar mil piruetas logramos sentarnos. La empleada que nos atendió recibió el pedido tres Coca-Colas y    tres milhojas fue lo solicitado, con muchos nervios conversaba, cuando llego el pedido solicitado, al tomar una Coca-Cola se derramo, los pies me temblaban de los nervios y estos hacían contacto con las “patas” de la mesa, lo que producía un movimiento en el piso, una vecina creyó que estaba temblando algo que ocurre con frecuencia en Manizales, situada en una alta zona sísmica y grito “esta temblando”, el despelote fue general, todas las gentes gritaban y corrían en semejante estrechez, en un segundo quedo desocupado el lugar, pues a mí también me toco correr, aun sabiendo lo que ocurría. El epicentro era el contacto de los temblorosos pies con la “pata” de la mesa. Algo que no registraron los sismógrafos


La historia de los “cafés” en Manizales y en general en los pueblos fruto de la “colonización antioqueña” es especial, generalmente la plaza principal de los pueblos del “Viejo Caldas”, Norte del Valle, Tolima, tenían un café de los descritos, lugar de obligado tertuliadero, en donde se conocían todos los “chismes” del pueblo o se inventaban. En Manizales sobresalían el Polo, La Cigarra, el Osiris, La bahía, el Noridia, El Semáforo rojo, El Covadonga y el  Alférez.  El más antiguo y que merecía más respeto era El Polo, ocupaba la parte baja de una gran casa perteneciente a la colonización antioqueña que probablemente se había salvado de los incendios que azotaron la ciudad, constaba de dos grandes espacios separados por las “escaleras” para ascender al segundo piso, el primer lugar era ocupado por los mayores del pueblo, se le llamaba “sombra”, allí generalmente se realizaban los grandes negocios, y su moradores frecuentes eran en su mayoría dueños de fincas cafeteras, que se la pasaban lamentando de la situación existente con los precios del café y los problemas de las cosechas, de pronto no se les volvía a ver por un espacio de tiempo largo y lo que sucedía era que viajaban con sus familias a visitar el viejo continente, gastándose así la “plusvalía” del negocio. El otro espacio era ocupado por los jóvenes del pueblo y se le llamaba por lo tanto “sol”, acá los más ocupados  gastaban su espacio, confeccionando el “crucigrama” del- Tiempo-, famoso por lo difícil y las insólitas preguntas que realizaba para su elaboración, un día casaron una apuesta “muerto vivo” y “clavo”, a quien trabajaba mas, ambos conocidos por su anima aversión al trabajo y se la gano- clavo-, porque lo vio hacer precisamente un crucigrama. La parte trasera del establecimiento estaba ocupada por el salón de juegos y principalmente de billares. Siempre se veía al Doctor Lozano Palacio prestigioso abogado penalista, sosteniendo un taco de billar mientras le firmaba a un policía un monstruoso “sumario” de algunos de los casos que llevaba el  afamado jurisconsulto.

Los estudiantes de la U, tenían sus propios “cafés” para estudiar, eran famosos por estas actividades: la Bahía, el Noridia, el Osiris, El Alférez, casi nunca los cerraban, la Bahía trabajaba las veinticuatro horas del día, una vez tal vez por el fallecimiento de una persona cercana al dueño, fue preciso cerrarlo y se les cayo la puerta, las bisagras fallaron por oxidación. Igualmente los “serenateros”, en la Bahía, estos alternaban con los estudiantes.


El Café El Polo, fue víctima del modernismo que empezaba a aparecer en la ciudad y fue demolido para dar paso a moderna estructura, la que no respeto toda una vida consagrada al servicio de las gentes, fue reemplazado por malas replicas llamadas una, El Polo y la otra el Nuevo Polo, los viejos debieron asilarse en La Cigarra y los jóvenes quedamos como una gallina cuando le quitan la vara del gallinero, caminando sin ton ni son buscando espacio. No sé si se ha escrito la historia del Café El Polo, la verdad es que este establecimiento tiene una gran tradición de la época que le toco vivir, allí estuvieron los principales dirigentes políticos y empresariales de la ciudad y media historia de la época.

El Caracol rojo, no pertenecía a ese tipo  de café, su estilo era más moderno, para acceder a él, era necesario subir unas gradas lo que lo elevaba de la calle y los clientes quedábamos como en una vitrina debido a la gran ventana que daba hacia la calle. Éramos clientes por esa época: Antonio Gallego, pereirano que estudiaba ingeniería y vivía en Residencias, por lo tanto muy cerca del lugar, Jorge Iván López Villegas, manizaleño, inquieto estudiante de ingeniería, con ellos teníamos el Cine Club Universitario, razón para tener el lugar como oficina, además frecuentaba el lugar estudiantes de las U de Caldas y La Nacional, entre ellos el “Mono” Lema, el “Cura” Noreña, Uriel Jaramillo, Oscar Escobar Álvarez y su hermano Diego  y muchas más personas por tratarse de un lugar cosmopolita, entre ellas Hortensia amable “copera” quien prestaba sus servicios al lugar.

Un día apareció un extranjero, de ciudadanía Suiza, se volvió muy famosa su figura pues en las tardes bebía tinto y le agregaba un Ron Viejo de Caldas, creo que por eso aprendió rápido el español, venia contratado por “Colombit” se llamaba Walter Michel quien con el tiempo se convirtió en un buen contertulio del Caracol Rojo. El cura Noreña, había iniciado estudios de ingeniería, pero la suspendió porque tenía devoción para ser sacerdote, se ordeno y alcanzo a ejercer como párroco en alguna feligresía por dos años y pudo más la ingeniería, por lo que fue mi condiscípulo de la U, la “mesera” del Caracol rojo, tenía una inmensa curiosidad por saber a que “sabia” un cura y le “coqueteaba” todo el tiempo que permanecía en el establecimiento.
El profesor de Diseño Geométrico de Vías, en la facultad, el ingeniero Hernando Vallejo, fue condiscípulo del cura cuando este inicio los estudios de la carrera y luego al cura Noreña como sacerdote le toco casar y luego bautizar un hijo, al que ahora era su profesor en la facultad. Vallejo en una práctica de topografía le pregunto al cura si de acuerdo a su retiro, sería necesario volverse a casarse  y bautizar nuevamente a su hijo.


Vallejo era un buen cliente del Caracol rojo y los sábados que los estudiantes nos dábamos un “relax” en el café, el profesor  que era un buen “gastador” y mas viendo la situación económica de sus alumnos y además de disfrutar unas “tandas” de cerveza con él, dejaba los recursos para que nos pegáramos una buena “prendida” .El profesor fue una buena nota en la época.
La veintitrés los sábados era especial, un día  dedicado a la juventud, por lo que hombres y mujeres nos dábamos cita en sus calles, allí se iniciaban los “noviazgos “y todo tipo de relación por lo que el Caracol rojo, era sitio indispensable a visitar.

Nelson Puerta, estudiante de civil, y que también era contertulio del Caracol, aumentaba a sus aficiones en  la de ser miembro de la Tertulia creada por Aparicio Díaz Cabal, donde este imponía los temas presentando la “anti poesía”:

“En el alto de la loma canta un gallo
Dice qui qui ri qui y se cayo”

“En lo alto de la rama canta un gallo
Dice qui qui ri qui y se callo”

Cuando su hija Lía  cumplió quince años, dentro de los homenajes que le hizo le compuso los siguientes  versos:

“Lía, toda bella, toda linda sentada en un banco
Toda llena de melanco…lía”

“Mira esta ataúd
Será para Ud.”

Esta poesía como que hace referencia a su eterno negocio los ataúdes.

Aparicio fue un hombre diverso, además de su negocio principal que era la funeraria, dedicaba  su tiempo a actividades cívicas de la ciudad, por eso se le vio como productor de cine donde además fue protagonista del celuloide, dueño de equipo de futbol  el “Once Deportivo “y cuando se propusieron los diseños de una avenida que cruzaba del Colegio de Cristo hasta el Parque Alfonso López, en la cual era necesario intervenir su propiedad, que quedaba en la ventidos cerca del Colegio, inicio una vehemente campaña, donde su casa fue abierta al público.
El “Tour” a la mansión del sepulturero, se iniciaba con un diseño realizado por algún amigo, en el que la propiedad de Aparicio era obviada mediante unos puentes aéreos, solución que impedía el monstruoso daño al urbanismo de acuerdo a su entender, en el recorrido a la casa, previamente se habían colocados letreros instructivos, así: “ En esta cama durmió Carlos Arturo Rueda”, parece que el locutor deportivo cuando llego de Costa Rica a Colombia vivió en Manizales por lo que fue alojado por Aparicio, en la continuidad del periplo  se llegaba a un salón adornado por un busto del compositor alemán Beethoven con una colección completa de discos de 33 rpm de Carlos Garde


La imagen puede contener: una o varias personas, multitud y exteriorl.


















Este era el personaje de

 “Funeraria Equitativa cultural y deportiva”

Y realmente deportiva, cuentan las lenguas, que en la época del Dorado, como era propietario de un club afiliado, compuesto por jugadores nacionales y extranjeros, que estos dormían dentro de las ataúdes y todo esto era cierto porque en las Ferias de Manizales, en su local arrumaba las ataúdes en la parte de atrás y adelante instalaba una caseta para bailar y tomar licor.

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En el Caracol rojo, nos reuníamos los integrantes del Cine Club Universitario, Antonio Gallego que lo dirigía, Jorge Iván López encargado de la difusión y las publicaciones necesarias para los miércoles en la sala del teatro Colombia y yo que  actuaba como gerente, responsable de los ingresos y egresos .Antonio tenía un buen colaborador de orden nacional, Hernando Gamboa y quien nos ofrecía los ciclos de películas que presentábamos para los interesados, generalmente las películas eran de la clase que ofrecían discusiones las que estaban generalmente encabezadas por Rodrigo Ramírez Cardona, el periodista y profesor universitario de la facultad de Filosofía y Letras , que escribía en el diario local “La Patria” con el pseudónimo de “Gaspar”, la poeta Beatriz Zuluaga, Jaime Echeverri Jaramillo,Husipungo,Mario Escobar Ortiz, Hernando Patiño, Marulo, José Néstor García, Uriel Álzate y todos los que se las “tiraban” de intelectuales de la época. Los foros posteriores a la presentación de la película anunciada, por la participación de estas personas eran realmente interesantes y profundos. Alguna vez anunciamos un ciclo de películas rusas y aquí fue la debacle, el interés de las gentes sobre todo universitarias fue nulo y de la quebrada que nos pegamos, no nos hemos podido restablecer aun, claro que para ser justos tuvimos ciclos que nos dieron “pingues” ganancias y la oportunidad de recorrer los mejores restaurantes de ese Manizales, sobre todo extranjeros: Vittiani, Cuezzo, Bruno Colombari en fin nos volvimos expertos en pastas y asados, siempre acompañados de  un buen vino. Por esta época le tenía una distinguida y tímida  admiración a una estudiante de filosofía que frecuentaba el Cine Club, una hermosa mujer llamada Liliana Mejía Botero.

“Antonioni” o ”tarzan”, como también llamábamos a Antonio Gallego, un día renuncio a sus estudios de ingeniería y lo despedimos en el Caracol Rojo, ya que se desplazaba para Córdova Argentina, a estudiar cine, la vida es efímera y los años pasan tan raudos que no comprendemos el paso del tiempo, creemos que cualquier momento de la vida es eterno y es solo un soplo. Aquí cabe decir que “somos una brizna en las manos de Dios”.










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Comentarios
Angela Botero ME HICISTE REVIVIR EPOCAS DELICIOSAS. GRACIAS QUERIDO.
Cristina Estrada QUE BUENOS ES VOLVER AL PASADO....TANTOS BELLOS MOMENTOS QUE RECORDAR....GRACIAS MI NEGRO

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