Simón Vélez Jaramillo
“El arquitecto que convirtió la guadua en
bellas obras de arte para admiración de la humanidad”.
Por: Luis Fernando Orozco Gutiérrez
luisfrozcog@outlook.com
Este arquitecto manizaleño, conocido internacionalmente como el
“Rey de la guadua”, ha diseñado
construcciones en guadua en Alemania, Francia, Estados Unidos, Brasil, México,
China, Jamaica, Colombia, Panamá, Ecuador e India. En el año 2006, recibió un
premio honorario de análisis y planeación de la Sociedad Americana de
Arquitectos del Paisaje, y en Holanda obtuvo el Gran Premio Príncipe Claus
2009, por su innovadora y estética forma de construir con bambú. El Pabellón Zeri del Recinto del
Pensamiento, el edificio de laCorporación
Autónoma de Risaralda y la Torre
del Parque del Café son símbolos en el Eje Cafetero e íconos del trabajo
del caldense del año 2013. “Su trayectoria, además del reconocimiento nacional
e internacional, ha permitido que un profesional de la región esté en el
escenario científico y arquitectónico del mundo, con su destacado trabajo con
la guadua”.
La guadua llevó a Simón Vélez Jaramillo a ser reconocido en
Colombia y el mundo, tanto, que sus diseños y aportes le merecieron convertirse
en el Caldense del Año 2013.
Fue seleccionado entre 21 inscritos a este galardón que entrega
La Patria. La postulación que hizo Harry Van Den Enden convenció a la
periodista Mariela Márquez, al sacerdote Horacio Gómez, y al gerente de la
Fundación Lúker, Pablo Jaramillo, jurados. Van Den Enden destaca el trabajo
ingenioso y práctico a través de desarrollos logrados con la guadua, llamada
por el nuevo caldense, el acero vegetal.
“Hace como 30 años trabajaba con madera normal, y un cliente me
obligó construirle una estructura en guadua para sus caballos. Si no es por él,
no lo hubiera descubierto. Vi que si inyectaba cemento en los caños vacíos eso
me permitía hacer uniones, eso para mí fue una revolución que cambió totalmente
mi oficio de arquitecto. El prestigio que tengo se lo debo principalmente a la
guadua. No tiene reversa. Donde hoy hay café, antiguamente o siempre ha habido
guadua, es nativa de ese sitio, pero el café la desplazó. Con la guadua se
pueden hacer negocios más interesantes que con el café. Lo más importante que
estoy haciendo ahora es esa industria de la guadua.
Recinto-del-Pensamiento
En el 2000 hice un pabellón para Expo Hannover, esa fue mi
primera manifestación internacional; hay un prototipo en Manizales, es el
Pabellón Zeri. Después hice una exposición muy grande en el Zócalo de México
para un artista canadiense, una escultura de cinco mil metros cuadrados, llevé
100 obreros colombianos y era todo guadua colombiana. En el 2010 realicé un
pabellón de la India en Expo Shanghái, en la China, ese ya se tumbó, hice una
réplica en Bogotá en el antiguo hipódromo de techo.
Hago casas y casas, pero ahora lo que más me interesa hacer es
viviendas de interés social utilizando esterilla prensada de guadua. Hace como
15 años hice un proyecto en Girardot y me dejó con mucha curiosidad seguir
trabajando ese tema. Con su paisano Marcelo Villegas desde hace unos 40 años
han realizado varios proyectos juntos, como el Pabellón Zeri, hace tres y medio
se asociaron para crear una planta de tableros de esterilla de guadua, cerca de
Chinchiná”.
Corporación Autónoma de Risaralda
Simón es obsesivo con su trabajo, le dedica las 24 horas a la
arquitectura, la siente y la vive.
Resalta sus proyectos, sobre todo en el que están asociados,
porque están ligados a la madera y creen que es un producto exitoso, innovador
y que cumple con las normas ambientales para conservar el planeta.
La ciudad de Bogotá en el año 2010 le otorgo la Orden Civil al
Mérito “Ciudad de Bogotá”, en el grado de gran oficial al arquitecto Roberto
Simón Vélez Jaramillo.
ARTÍCULO 1°. Otorgase la Orden Civil al Mérito “Ciudad de
Bogotá”, en el grado de Gran Oficial al arquitecto Roberto Simón Vélez
Jaramillo, por su excelente desempeño profesional y su compromiso con el arte,
el diseño y la construcción.
Nació en Manizales en 1949. Arquitecto de la Universidad de los
Andes, en Bogotá. Ha dedicado la mayor parte de su vida a trabajar con guadua y
su trabajo es reconocido en el mundo. Gracias a él se frenó un proyecto que
pretendía excluir este material del código de construcción colombiano. Redactó
la normativa que regula su uso.
Torre del Parque del Café
“Yo no soy ecologista, el planeta no se va a acabar mañana, y el
cambio climático no es culpa del hombre. Eso es un cuento de charlatanes. Los
dinosaurios se acabaron y no fue el hombre. El planeta es un elemento vivo, el
daño que hace el hombre no lo hace al planeta sino a sí mismo”.
Así piensa Simón Vélez Jaramillo, el arquitecto manizalita que
aunque no ha sido profeta en su tierra, tiene un nombre ganado en el ámbito
internacional, donde se le reconoce y ha sido premiado por su invaluable aporte
a la arquitectura sostenible, como lo confirman sus obras en China, Alemania,
México, Brasil, Panamá, Francia, Italia, India y, por supuesto, Colombia.
Lleva más de 40 años trabajando con guadua, conocida como el
acero vegetal, realizando viviendas, edificios, estructuras y puentes, estos
últimos los que más le gusta hacer. Viaja de un lado a otro, inaugurando obras
y exposiciones y dictando talleres y conferencias. Pero ahora quiere darle un
vuelco a su vida.
“Ahora me quiero dedicar al tema de vivienda de interés social,
pero a mi manera. Quiero demostrar que se pueden hacer viviendas buenas,
bonitas y baratas. Estoy empeñado en eso”, precisa.
Explica entonces que son estructuras mixtas de guadua laminada,
-“son el futuro de la guadua”-, con concreto y acero, “una combinación de todas
las fuerzas de lucha, como dirían los comunistas”, anota el arquitecto.
Simón no se cansa de promover entre la gente que la arquitectura
tiene que ser un poco más vegetariana, “porque se ha vuelto demasiado
concretera, mineralista, y eso es un abuso innecesario. Es como ser cocinero.
Cuando uno cocina no puede ser solo cocinero de espárragos o de arroz, hay que
combinar proteína animal y vegetal, y harinas. En la arquitectura es lo mismo:
hay que tener ingredientes minerales como el concreto y el acero, y vegetales
como las maderas o la guadua”.
Señala que no tiene nada en contra del concreto, pero que hace
falta un mayor equilibrio. “Nos falta integrar la agricultura con la industria
de la construcción, un renglón también muy importante en la economía”.
Según explica el ingeniero José Oscar Jaramillo, de la
Universidad Nacional, sede Manizales, la guadua es una de las 500 especies
conocidas de las Bambuseas, que crecen en todos los continentes, excepto en
Europa. El 90 por ciento de ellas se encuentran en Asia y América.
El género americano guadua comprende cerca de 20 especies. En
Colombia existen las especies guadua angustifolia y guadua latifolia. De la
primera, que es la de más usos, se conocen en el Antiguo Caldas las variedades:
guadua macana, guadua cebolla y guadua rayada. La guadua macana es la más
empleada en la construcción.
Simón Vélez creó su propio sistema para unir los palos de guadua
sin necesidad de elementos artificiales. Esto hace que sus obras sean menos costosas,
no produzcan desechos tóxicos y conserven las propiedades naturales. Además,
afirma de manera enfática que no es cierto que sea una especie en vía de
extinción y que, al contrario, se debe fomentar su siembra.
“El éxito de Simón se debe a su abuelo Roberto Vélez,
constructor y fundador de los barrios Versalles y Vélez, y a su padre Roberto
Vélez Sáenz, arquitecto, que lo orientó muy bien”.
La infancia de Simón y Marcelo, junto a la única hermana mujer
Gloria Lucia, transcurrió en fincas en La Dorada (Caldas), Valle del Cauca y la
costa norte. Doña Gloria Jaramillo, su mamá, quien vive en Manizales en una
casa quinta construida por su esposo hace 63 años, ha llevado con fortaleza las
“locuras” de su hijo Simón, que sus familiares definen como padre disperso,
pero magnífico abuelo.
Hace siete años, en su inmensa propiedad del barrio La
Candelaria, construyó casas para que sus hijos se fueran a vivir a estos
predios. Este céntrico barrio bogotano ha sido la preferencia de Simón por el
ambiente colonial, no por lo bohemio, pues es parco para tomar licor.
Visita Manizales cada dos o tres meses para revisar negocios y
saludar a su mamá, “siempre con la pinta desgualetada. Podría estar entre los
más mal vestidos; no le rinde pleitesía a nada ni a nadie”.
En cuarto de bachillerato, en el Colegio San Luis, lo echaron
por su rebeldía. “Pasó al Gemelli, pero su estancia fue tormentosa porque
denunció a unos curas por libertinos. Con la ayuda del arzobispo logró que lo
volvieran a recibir en el San Luis para terminar el bachillerato”.
Se fue a estudiar a la Universidad de los Andes, fue el mejor en
diseño, gran dibujante; pero la institución no lo quería graduar porque no
quiso cursar dos materias que consideraba irrelevantes.
Años después la Universidad lo llamó para que se graduara.
“Simón es intuitivo, buen calculista con la cabeza no con un computador”.
Como vivíamos en el mismo Barrio: Campohermoso, de Manizales,
tuvimos la oportunidad de iniciar una buena amistad por los años 60 del siglo
pasado, amistad que aún perdura, siendo muy distantes los encuentros. Recuerdo
que en las continuas tertulias de que gozábamos, no le faltaba un papel y un
lápiz para dibujar extrañas y bellas figuras. La Arquitectura era su destino,
pero la guadua se inició en circunstancias bien diferentes como el mismo lo
narra.
Cuando estudiaba en los Andes, en sus distintas vacaciones
realizábamos en su casa de Campohermoso, diseñada por su padre, arquitecto de
la Universidad Católica de Washington, las más sofisticadas fiestas, bien extrañas
para la época.
Tenía una característica y era su rebeldía, desde aquellos años,
ya se podía sospechar que estábamos en compañía de un genio. Alguna vez ocupó
mi oficina de ingeniería en Cali, para coordinar la construcción de un hotel en
madera para los franceses que realizaba en Bahía Solano.
Estamos en presencia de un artista, que ojala nos dure por mucho
tiempo, y su capacidad de crear se vuelva inagotable, recuerdo que alguna vez
tuvo una sensible polémica con otro gran arquitecto, Rogelio Salmona, era una
polémica entre inmenso mundo de la arquitectura, para fortuna los dos
colombianos.
Le he hecho una petición a Simón y es el diseño de una de sus
estructuras en guadua o madera, para situar en el Parque Observatorio de
Calandaima, en Miranda, y que sirva de recordatorio si por fin nos llegan los
tiempos de Paz. Esta petición se la he enviado a su correo
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